viernes, 26 de octubre de 2007

Cristianismo

El trasfondo judío
Jesús y sus primeros
discípulos fueron judíos. Sus enseñanzas se basaban en las escrituras hebreas, en reiteradas ocasiones se referían a otros escritos tradicionales del judaísmo. El cristianismo continuó utilizando las escrituras hebreas, convirtiendose el Tanaj en lo que se conoce como el Antiguo Testamento y aceptando muchas doctrinas fundamentales del judaísmo tales como el monoteísmo, y la única deidad del judaísmo, Yahvé y la creencia en un moshiach, término hebreo usualmente traducido como mesías en español, el cual es un término equivalente a Cristo (Christos "[el] ungido" en griego). Sin embargo, de acuerdo al Nuevo Testamento, las enseñanzas de Jesús son vistas por los líderes religiosos judíos como incompatibles con él.
El cristianismo también continúo con muchos de los patrones encontrados en el judaísmo de la época de Jesús, como la adaptación de la forma litúrgica de la adoración en la
sinagoga a la iglesia o templo, la oración, utilización de las sagradas escrituras, un calendario religioso, uso de la música en himnos y oración y disciplinas tales como el ayuno. Los cristianos adoptaron inicialmente las traducciones griegas de las escrituras judías, conocidas como la Septuaginta, como su propia Biblia, y más tarde se canonizaron muchos de los libros del Nuevo Testamento.

Los inicios del cristianismo
El cristianismo comenzó entre un pequeño número de
judíos. En el libro de los Hechos de los Apóstoles 1:15 se mencionan cerca de 120. En el siglo III, el cristianismo creció hasta convertirse en la religión dominante en el norte del mundo Mediterráneo. También se extendió de forma importante al este y al sur del Mediterráneo. Esta sección examinará aquellos primeros 300 años.

La Iglesia Cristiana Primitiva
El término "
Judiocristianos primitivos" es utilizado a menudo al discutir sobre el cristianismo primitivo. Jesús, sus doce apóstoles, los ancianos y la mayor parte de sus seguidores eran judíos. Así como los 3.000 convertidos en Pentecostés luego de la crucifixión descrita en los Hechos de los Apóstoles 2 donde todos los judíos, prosélitos y todos los convertidos al cristianismo eran no gentiles antes de la conversión del oficial romano Cornelio por Simón Pedro en Hechos 10, quien es considerado según la tradición como el primer gentil en ser convertido al cristianismo. La más grande división en el cristianismo antes de ese tiempo se presentó entre los judíos helenísticos y no helenísticos o los de habla griega y los de habla aramea (Hechos 6). Sin embargo, después de la conversión de Cornelio y su aceptación como cristiano, ahora existía otro grupo, los cristianos gentiles. Como un movimiento escatológico, anticiparon que los gentiles se transformarían al Dios de Israel como lo profetizaba Isaías en los versículos 56:6-8. El Nuevo Testamento no utiliza el término "gentil-cristiano" o "judío-cristiano", en cambio Pablo escribe en contra de aquéllos quienes estaban circuncidados, quienes se separaban de los no circuncisos: "En esta nueva naturaleza, no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro, escita, esclavo ni libre, sino que Cristo está en todo y en todos" (Colocenses 3:11).
Circuncisos y no circuncisos se interpretan generalmente como
judíos y griegos respectivamente, siendo estos últimos quienes predominaban. Sin embargo, esto es una simplificación excesiva de la provincia de Iudaea del siglo I debido a que existían algunos judíos que no seguían circuncidandose, y que algunos griegos (llamados prosélitas o judaizantes) si lo hacían además de otros tales como egipcios y etíopes.


Quiebre con el judaísmo
La
Epístola a los Gálatas de Pablo da vigorosa distancia entre aquéllos que podrían "forzar a los gentiles a seguir las costumbres judías". Escribe en fuertes términos que si los gentiles mantienen estas costumbres como una obligación, y están circuncidados, entonces "Cristo no les servirá de nada" (5:2) y si no fuera así, y estos decretos fueran un requerimiento, entonces "Cristo habría muerto en vano" (2:21).
Pablo dice en esta carta, y en otras más, que este mensaje no va en contradicción con los 12 apóstoles. Sin embargo, a él se le envió para el bien de aquéllos que no estaban circuncidados, así como Pedro fue enviado a aquellos circuncidados, tal como lo escribe en Gálatas 2:7-9:
"Al contrario, reconocieron que a mí se me había encomendado predicar el Evangelio a los gentiles, de la misma manera que se le había encomendado a Pedro predicarlo a los judíos. El mismo Dios que facultó a Pedro como apóstol de los judíos me facultó también a mí como apóstol de los gentiles. En efecto, Jacobo, Pedro y Juan, que yo había recibido, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de compañerismo, de modo que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos".
Apoyando la visión que Pablo no actuaba independientemente, el
Concilio de Jerusalén, de acuerdo a Hechos de los Apóstoles 15, determina que la circuncisión no era un requerimiento a los nuevos convertidos, pero los aconseja de evitar "El sacrificio a los ídolos, de sangre, de la carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual". La base de estas prohibiciones es expresamente clara, Hechos 15:21 dice: «En efecto, desde tiempos antiguos Moisés siempre ha tenido en cada ciudad quien lo predique y lo lea en todas las sinagogas todos los sábados» (NVI); que significa que estas medidas están basadas en la Ley de Moisés. Algunos interpretan esto como que los gentiles son instruidos a obedecer estas cosas, no como un principio de ley, sino que para no ofender a aquéllos entre quienes se vive, los que están bajo la instrucción de ancianos en las sinagogas. Otros argumentan que el pequeño conjunto de requerimientos impuestos en los gentiles cristianos por el concilio no eran escogidas arbitrariamente, sino que corresponden a enseñanzas fariseas con respecto al pacto con todas las naciones, con su padre común Noé, que luego se llamaron Leyes de Noé.
Pablo frecuentemente chocaba con un grupo de "cristianos judaizantes". En 2 de Corintios 11:5 y 12:11 llamaba a sus oponentes «superapóstoles». Le escribe a los gálatas describiendo como él reprende a Pedro en público por sus acciones debido a que hacía pensar que la adherencia a Cristo incluía el respeto a las leyes dietarias. Sin embargo, los requerimientos de la ley en la ética, son claramente mantenidos por Pablo, en oposición a los términos culturales, tal y como son entendidos por la interpretación de la corriente principal del cristianismo.
El Nuevo Testamento hace mención de que Pablo era un observante de la ley por el bien de los judíos. En Hechos 16 el personalmente circuncida a
Timoteo, un griego, cuyo padre era griego, debido a que su madre era de fe judía y en Hechos 21 Jacobo reta a Pablo sobre el rumor que él enseñaba rebelión en contra de la ley. Pablo siguió el consejo de Jacobo de ir al Templo de Jerusalén, sin embargo, cuando gente de Asia menor (el hogar de Pablo) lo vio, comenzó una revuelta de proporciones.
El uso (o abuso, como dicen los tradicionalistas) de inventar una separación radical entre el cristianismo y todas las cosas que los judíos frecuentemente destacaban, comenzó en los primero tiempos y a través de toda la historia de la iglesia cristiana. El
Marcionismo, una secta del siglo II, todavía llamada la "más peligrosa" herejía jamás confrontada por la Iglesia Católica, rechazaba a los Apóstoles, e interpretaban un Jesús quien rechazaba la Ley de Moisés usando 10 epístolas paulinas y el Evangelio según Lucas. Las tendencias modernas que aseguran que el Antiguo Testamento no contiene instrucción válida para los cristianos de hoy o aseguran que la "libertad en Cristo" de Pablo son llamadas antinomianismo, aunque es muy común, todavía son condenadas bajo el nombre de Marcionismo.
Muchos estudiosos modernos se preguntan que pasó a aquellos quienes requerían la circuncisión para los gentiles convertidos. Refiriéndose a los apóstoles "no paulinos" como
nazarenos (Jacobo, Pedro, y Juan), estos estudiosos han juntado evidencia que los judíos cristianos crecieron y prosperaron por un tiempo en Judea y en las áreas que la rodean. Posteriormente se convirtieron a grupos tales como los Ebionistas, quienes son llamados derogativamente re-judaizantes quienes rechazaban el movimiento cristiano que se había desarrollado entre los gentiles. En otras palabras, creían que el quiebre entre Pablo y otros apóstoles era radical y permanente. Estas perspectivas controversiales tienen un fuerte respaldo entre la academia moderna.

El final de la etapa apostólica
Hacia el año
62, el sumo sacerdote del judaísmo, Aniano, hizo arrestar al apóstol Santiago (el llamado hermano de Jesús de Nazaret), que encabezaba la Iglesia de Jerusalén y le ajustició. Uno de sus hermanos, Simón, fue llamado a sucederle, pero la situación política de Israel se agravaba y los conflictos internos del judaísmo eran cada día mayores. Se cree que Pablo fue decapitado y Pedro fue muerto crucificado al revés en Roma durante la persecución por parte de Nerón. Al final del siglo I, de los apóstoles originales vivía tan sólo Juan, el evangelista, que se había trasladado a Éfeso, cuya iglesia se considera madre de muchas de Asia Menor y Grecia, donde se manifestaban brotes gnósticos.
Con el emperador
Vespasiano, el cristianismo siguió extendiéndose, hasta que en el año 90 el emperador Domiciano inició una nueva persecución. Se supone que fue entonces cuando Juan fue llevado primero a Roma y desterrado luego a la isla de Patmos, donde escribiría el Apocalipsis y algunas de sus Cartas.
Bajo el imperio de
Nerva (de quien dice su biógrafo Xifilino que «no permitió que se acusase a nadie por haber observado las ceremonias de la religión judaica o haber descuidado el culto de los dioses») pudo regresar Juan a Éfeso, y pocos años después falleció, a edad muy avanzada. Con su muerte (en el año 95) concluye la etapa apostólica.
La
Didajé y otros escritos de los Padres Apostólicos documentan las principales prácticas de la iglesia primitiva

Religiones competidoras
El cristianismo no era la única religión que buscaba creyentes en el
siglo I. Los historiadores modernos del mundo romano, a menudo ponen interés en lo que ellos llaman religiones mistéricas o cultos mistéricos que comenzaron en el último siglo de la República Romana y se fueron incrementando durante los siglos del Imperio Romano. Autores romanos, tales como Tito Livio, comentan la importación de "dioses foráneos" entre las calles del estado romano. El judaísmo también recibe creyentes y en algunos casos evangelizaron activamente. El Nuevo Testamento refleja una clase de personas a quienes se les refiere como 'creyentes en Dios' quienes se piensan que son gentiles convertidos, quizás a aquéllos quienes no se habían circuncidado; Filón de Alejandría hace explícito el deber de los judíos de recibir a los nuevos creyentes.

Mitraísmo
La adoración de
Mitra (conocido como Mitraísmo) se desarrolló en el ejército romano durante el siglo I AC, aunque se desconoce como se originó esta religión mistérica, parece tener poco que ver con el Zoroastro Mitra. Debido a que se desarrolla entre un grupo de gente altamente nómade (soldados profesionales) se disemina rápidamente a las regiones apartadas del imperio. Se convierte prontamente en la más popular de las religiones mistéricas, y a comienzos del siglo III los emperadores en Roma la apoyaban, ya que era la religión que favorecía su régimen.
Se piensa a menudo que esta religión tiene su origen último en el culto a Mitra, una deidad conectada a formas populares de
Zoroastrismo, aunque es importante notar que estrictamente el primer Zoroastrismo es dualista, y el moderno Zoroastrismo es monoteísta, ninguno incluye a Mitra.
Al final del siglo III, los cultos populares de
Apolo y Mitras habían comenzado a emerger en el sincretismo conocido como Mitras Sol Invictus o simplemente Sol Invictus (el sol invicto, un término también utilizado en otros cultos), y en 274 el emperador Aurelio hace de esta forma de adoración algo oficial.
Después del decreto de
Teodosio en 391, y su subsecuente supresión, muchos seguidores de esta religión se convirtieron en iglesias cristianas (tales como Notre-Dame du Taur, y la Iglesia de San Clemente); éstas a menudo se dedicaban al arcángel Miguel.

Mandaeanismo
Los mandeanistas eran una religión gnóstica la cual reverenciaba a
Juan el Bautista en vez de a Jesús. De acuerdo a la leyenda, el profeta Mani era Mandaeanista.

Maniqueísmo
El maniqueísmo era una de las mayores religiones antiguas. Aunque su forma organizada se encuentra casi extinta hoy, un revivamiento se ha intentado bajo el nombre de Neo-Maniqueísmo. Sin embargo, la mayoría de los escritos de su fundador el profeta Mani se han perdido. Algunos estudiosos argumentan que su influencia continúa sutilmente mediante
Agustín de Hipona, quien se convirtió al cristianismo desde el Maniqueísmo y que sus escritos continúan siendo de gran influencia entre teólogos católicos.
La religión fue fundada por Mani, quien se dice que nace en el occidente del
Imperio Persa y vivió aproximadamente entre los años 210 y 275. El nombre Mani es más un título de respeto más que un nombre personal. Este título fue asumido por el fundador mismo y reemplazó completamente su nombre personal de tal forma que no se conoce su nombre preciso. Mani fue influenciado por el Mandeanismo y comenzó a predicar en una edad temprana. Se declaraba como el Paráclito, como se promete en el Nuevo Testamento: el Último Profeta y Sello de los Profetas que finalizaban la sucesión del hombre guiado por Dios e incluían figuras tales como Zoroastro, Hermes, Platón, Buda, y Jesús.
Sus creyentes hicieron muchos esfuerzos para incluir todas las tradiciones religiosas conocidas en su fe. Como resultado, preservan muchos trabajos apócrifos cristianos, como
Hechos de Tomás, que de otra forma se hubiese perdido. Mani se empeñaba en describirse como un "discípulo de Jesucristo", pero la iglesia ortodoxa lo rechazó como hereje.

Siglos II y III
En el segundo siglo numerosos eruditos comenzaron a producir escritos que nos ayudan a entender la forma en que se desarrolló el cristianismo. Estos escritos se pueden agrupan en dos grandes categorías, trabajos dirigidos a una amplia audiencia de eruditos no creyentes y trabajos dirigidos a aquellos que se consideraban cristianos. Los escritos para los no creyentes se llamaban usualmente apologético en el mismo sentido que el discurso dado por
Sócrates en su defensa ante la asamblea ateniense, llamada Apología cuya palabra en griego significa más "discurso para la defensa" que la denotación moderna más limitada de "declaración expresando arrepentimiento". Los apologistas, como se conoce a estos autores, hacen una presentación para clases educadas de las creencias cristianas, a menudo asociadas con un ataque de las creencias y prácticas de los paganos. Otros escritos tienen el propósito de instruir y amonestar a los hermanos cristianos. Muchos escritos de este período, sin embargo, sucumbieron a la destrucción de la Iglesia Católica Primitiva como herejes, o en desacuerdo con su mensaje. Aun así, hoy se han encontrado escritos como el Evangelio de Tomás en 1945.
Policarpo de Esmirna (obispo de Esmirna y santo)
Ireneo (obispo de Lyon y santo)
Tertuliano (se convierte en hereje en 207 y se transforma en montanista)
Marción fue el primero de muchos padres de la Iglesia que comenzaron una nueva ideología, que tenía como base la judeofobia. Fue Marción el primero que llamó a Iahvé «demiurgo» y un dios diferente al Padre de Jesús, quien era un verdadero dios. Es considerado por la Iglesia Católica Romana como el más peligroso enemigo jamás enfrentado.
Clemente de Alejandría (arzobispo de Alejandría)
Orígenes (catecista y estudioso, pero algunas de sus enseñanzas fueron condenadas en 588)
El revivir pagano del siglo tercero
Decio
Cipriano
Durante este período el gobierno de la iglesia toma una forma jerárquica que se asemeja al gobierno romano.

Siglo IV [editar]
Muchos escritos de este período fueron traducidos en los libros de los Padres Nicenos y post Nicenos.

Desarrollo del canon de la escritura
En un principio, no existía un listado válido de libros del Nuevo Testamento. Dentro del cristianismo, se tomaban en consideración sólo las "Escrituras" que eran los libros sagrados dentro del judaísmo, tomados de la versión griega llamada "Septuaginta". En algunos casos, se acostumbraba leer algunos de los Evangelios y cartas de los apóstoles, especialmente las cartas paulinas. Debido a Marción, la iglesia tuvo que compilar una lista de libros sagrados, la cual se fue modelando mediante un consenso dentro de la iglesia a través del tiempo, por lo que algunos libros usados por iglesias locales fueron dejados de lado, mientras que otros tuvieron una acogida general. Los primeros en acogerse por la mayoría de las iglesias fueron los Evangelios, seguidos por el libro de Hechos y las cartas de Pablo. Otros libros, como el Apocalipsis, la 3°de Juan, y la Carta de Judas, tardaron más en ser aceptados universalmente. A fines del siglo II, se consolidó este canon como parte de la mayoría de las congregaciones cristianas.

El cristianismo legalizado en el Imperio Romano

Constantino I
El emperador
Constantino I fue, como los emperadores antes que él, el sacerdote superior de la religión Mitraica. Sin embargo, también estaba interesado en crear unidad para facilitar el gobierno, y para hacer esto se involucró en la disputa entre grupos cristianos sobre el arrianismo, invocando el Primer Concilio de Nicea, este concilio produjo el Credo Niceno.
Constantino mitigó algunas diferencias entre el cristianismo ortodoxo y su principal competidor, la religión oficial del Sol Invictus. Por ejemplo, cambió la celebración del nacimiento de Jesús al 25 de diciembre, debido a que esta era la fecha de celebración del nacimiento de Mitras y
Baco, así como la fecha de los festivales del solsticio de invierno tales como la Saturnalia. Además, Constantino instituyó el uso de símbolo Chi-Rho (Crismón), representativo del cristianismo, aunque según algunos estudiosos esto servía para propósitos cristianos y no cristianos simultáneamente.
La leyenda popular dice que Constantino I era cristiano, sin embargo, nunca repudió su posición de alto sacerdote de Mitras Sol Invicus públicamente, y su única "conversión" conocida fue moribundo en su cama (como se dijo luego por Padres de la Iglesia posteriores), lo cual es imposible de verificar. Sin embargo, no era inusual para la gente del siglo cuarto el evitar convertirse completamente al cristianismo hasta muy avanzada su vida, por la fuerza de las advertencias en contra de que continuaran en pecado después de haberse convertido y por las consecuencias espirituales que aquello traía.

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