viernes, 28 de septiembre de 2007

Creta


Prehistoria
A pesar de su situación geográfica y el favorable clima, los primeros pobladores de Creta no hicieron su aparición hasta el
Neolítico, llegando en dos grandes oleadas. El tipo étnico colonizador no está relacionado con ninguna de las grandes razas, clasificándose como «mediterráneo», al igual que las gentes que poblaban las cercanas costas de Asia Menor o las vecinas islas Cícladas, cuyos pobladores progresaron durante mucho tiempo a un ritmo similar al de los cretenses. Sin embargo, a mediados del III milenio adC., ya en la Edad del Cobre, se produjeron una gran cantidad de avances en la isla que acabaron conduciendo a la brillante civilización minoica.
Protohistoria y Edad Antigua
Lo más destacable es la aparición de la
Civilización Minoica una de las primeras aparecidas en Europa y una de las civilizaciones prehelénicas junto a la posterior Civilización Micénica. Durante la Civilización Minoica, en la que se dieron varias fases y altibajos, Creta llegó a su máximo esplendor, siendo los siglos XVI y XV adC. los de mayor auge. Durante ellos Creta estableció una talasocracia que se extendía hasta la Grecia peninsular, el mar Egeo, las costas de Asia Menor y zonas adyacentes como Sicilia. Durante esta época los contactos con Egipto, existentes desde anteriormente, fueron muy importantes.
Sin embargo, hacia finales del siglo XV la isla sufrió la invasión de los
aqueos, quienes habían desarrollado una civilización en la Grecia continental, fundamentalmente en el Peloponeso, no exenta de fuertes influencias cretenses. Con la expansión de los invasores, los cretenses abandonaron los palacios y aparece la escritura lineal B, que se ha logrado descifrar. Los aqueos introducen en Creta el caballo, el carro de guerra y armas más eficaces. Aunque hacia el 1425 adC. se produce una rebelión antiaquea, ésta resulta aplastada y Creta pasa a formar parte del mundo aqueo, iniciándose para la isla un periodo de decadencia. Artesanos, obreros y tesoros cretenses son llevados a las ciudades micénicas continentales, barajándose también la posibilidad de que una colonización de emigrados cretenses en las costas del sur de Canaán fuese el origen de los filisteos o filistenos, que aparecen en la Biblia y que dieron nombre a la región de Palestina.
La decadencia de Creta, iniciada con la hegemonía aquea, se vio acentuada en el siglo XI adC. con la invasión de los
dorios, portadores del hierro. La isla pasa a ser una parte más del mundo griego, sin originalidad y dividida en ciudades rivales. Incluso en época clásica (siglo V adc.) conserva cierto arcaísmo, como lo demuestran las Leyes de Gortina, una de las ciudades que datan de tiempos minoicos. La decadencia de la isla fue tal a partir del 500 adC. cayó en el olvido y no tomó parte ni en las Guerras Médicas, ni en la del Peloponeso.
Conquistada por
Alejandro Magno, a su muerte, Creta gozó de cierta independiencia sobre otros reinos helenísticos cercanos, pero tras la decadencia helenística la isla queda en manos de piratas de origen siciliano, lo que provocó que los romanos se apoderasen de la isla en el 67 adC. en una expedición comandada por Cecilio Metelo y la agregasen como provincia romana. La división del Imperio Romano en el 395 devolvió a la isla un cierto papel importante dado su enclave como llave del mar Egeo, quedando en manos del Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino.

Edad Media
Se mantuvo en poder del
Imperio Bizantino en el que desempeñó un papel estratégico cuando comenzaron las conquistas musulmanas en el siglo VII. Dos siglos, más tarde, (826) cayó en poder de un grupo de musulmanes andaluces, que fundaron la base fortificada de «Jandak» (Candía) y que desde allí hostigaron a los bizantinos. El dominio musulmán duró hasta 961, cuando el emperador Nicéforo Focas reconquistó la isla, inaugurando una época de paz y estabilidad, que favoreció su desarrollo económico. Cuando Bizancio cayó en manos de los cruzados en 1204, iniciándose el llamado Imperio Latino, la isla fue adjudicada a Bonifacio de Montferrat quien rápidamente la vendió a Venecia que la convirtió en el punto estratégico clave de sus intereses en el Mediterráneo oriental y la poseyó hasta mediados del siglo XVII.

Edad Moderna
Desde el siglo XV Venecia hubo de hacer frente al expansionismo
otomano, al que contuvo hasta que en 1645 los turcos desembarcaron en la isla iniciando su conquista, finalizada cuando los últimos reductos venecianos sucumbieron en 1669. Se inició para Creta un nuevo periodo de declive

Atenas



Atenas fue la principal ciudad estado de Grecia durante el período de mayor esplendor de la civilización griega. Aproximadamente entre los años 500 a.C. y 323 a.C. fue el mayor centro cultural e intelectual del mundo, y estuvo en el origen de muchas de las ideas, logros y prácticas de la "civilización occidental", entre ellos el concepto de democracia. La derrota frente a Esparta en el año 431 a.C., el auge de Macedonia en la posterior época helenística y finalmente la conquista romana fueron restando poder y prestigio a Atenas. El fin de la era clásica se sitúa en el año 529, con el cierre de las escuelas de filosofía.
Durante el imperio bizantino se dio que Atenas entró en una decadencia más acusada, quedando reducida a una pequeña ciudad de provincias, mientras el centro de poder y cultura bizantino en el territorio de Grecia se trasladaba a
Mistra. Sin embargo durante el período de los siglos XI-XIII la ciudad vio un período de esplendor que ha quedado grabado en sus múltiples iglesias, monasterios, fortalezas y monumentos medievales que pueden visitarse hoy día. Entre los siglos XIII y XV la ciudad cambió de manos varias veces, entre los griegos (bizantinos) y los caballeros franceses e italianos del Imperio Latino, que llegaron a establecer un ducado en Atenas; catalanes y sicilianos también ocuparon la ciudad en diversos momentos. Finalmente, en 1456 fue conquistada por el Imperio Otomano.
En los siguientes siglos la población declinó considerablemente, quedando Atenas reducida a un mero pueblo de 5000 habitantes en su peor momento. Sufrió un ataque
veneciano en 1687 (el bombardeo veneciano del general Morossini fue responsable de la explosión de un polvorín turco que arruinó el Partenón) y una respuesta turca al año siguiente. Tras la Guerra de la Independencia Griega (1821-1829) Atenas pasó a formar parte del nuevo Estado griego, y fue nombrada capital de Grecia el 18 de septiembre de 1834.
Desde la creación del Estado griego moderno Atenas no ha dejado de crecer en peso económico, influencia política y población. Durante el reinado del
Rey Otón se construyeron múltiples edificios públicos y se planificó el crecimiento de la ciudad. Tras el desastre de Asia Menor en 1921, más de un millón de refugiados griegos procedentes de Turquía fueron acogidos en el país, gran parte de los cuales se trasladaron a Atenas, lo que resultó en un crecimiento explosivo y desordenado. La siguiente oleada inmigratoria se produjo tras la Segunda Guerra Mundial (durante la cual Atenas fue ocupada por fuerzas alemanas), cuando la población de muchas zonas rurales e islas se trasladó a Atenas. Se produjo nuevamente un crecimiento muy rápido y caótico, que está en el origen de los grandes problemas de tráfico y contaminación que ha soportado la ciudad. Las grandes obras de infraestructura realizadas desde el ingreso de Grecia en la Unión Europea, especialmente para la preparación de los Juegos Olímpicos de 2004, han conseguido paliar parcialmente estas dificultades y mejorar la calidad de vida en Atenas. Actualmente la ciudad es el centro político, económico y cultural de Grecia, y un destino turístico de gran importancia internacional.

La vida en Egipto


IMPORTANCIA DEL RÍO NILO:
Egipto está ubicado en el nordeste del continente africano, al este del desierto del Sahara. Su territorio es atravesado por el río Nilo, sin el cual la vida sería prácticamente imposible. Este río producía una gran inundación todos los años y, al bajar las aguas, dejaban sobre el desierto una capa de cieno (tierra) fértil que era aprovechado par la agricultura. Por ello fue posible el desarrollo de una civilización. Se construyeron canales, diques y otras obras para aprovechar el agua de las crecidas y distribuirla de la mejor forma posible.
EL "HIJO DEL SOL":
En Egipto el gobernante de mayor poder recibía el nombre de Faraón y era considerado como un Dios porque pensaban que tenía un origen divino, era el "Hijo del Sol". Al morir el poder era transferido por herencia a su hijo primogénito (el hijo mayor). Era un monarca absoluto, hacía lo que él quería sin dar cuenta a nadie de sus actos; todo el pueblo le obedecía ya que era el amo de la vida y la muerte. Tenía todos los poderes: el legislativo (dictaba las leyes), el ejecutivo (jefe del ejército, daba órdenes a todo el pueblo sobre todos los temas), el judicial (juzgaba de acuerdo a su propio saber) y religioso (era el sacerdote máximo por ser el "Hijo del Sol"). A él le pertenecían todas las riquezas, tierras y minas bajo su dominio.
EL PUEBLO:
El hombre común era el campesino. Trabajaba siempre a orillas del río Nilo recogiendo las cosechas del dueño de la tierra, conduciendo el ganado a pastar, pescando... Es posible que él, su esposa e hijos vivieran mal, con hambre y enfermedades en las épocas de escasez, las cuales pensaba eran obra de los dioses. Su padre fue campesino y su hijo también lo sería. Su vida era peor (por lo sacrificada) que la de un artesano, un comerciante urbano o un esclavo al servicio de un noble (aunque no tuviera libertad). No recibía educación en las escuelas ya que allí sólo podían asistir algunos nobles, estudiantes para sacerdote y los escribas (encargados del cobro de los impuestos y del entendimiento de la complicada escritura jeroglífica).
LAS CIUDADES:
Se ubicaron sobre los márgenes del río Nilo para asegurarse una buena provisión de agua necesaria para poder vivir. Las más importantes fueron Tinis, Menfis, Tebas y Sais porque desde allí, según las épocas, el Faraón gobernaba a todo el reino. Las ciudades eran el centro administrativo, económico y cultural de las diversas regiones; allí vivían los funcionarios, se comerciaban bienes producidos por los campesinos y artesanos y se realizaban las actividades culturales más desarrolladas (por ejemplo, la educación de nobles, sacerdotes y escribas).
En las ciudades se establecieron los talleres industriales ya que al necesitar muchos obreros, éstos tenían que vivir cerca del lugar de trabajo. En las ciudades vivía mucha gente.
LA RELIGIÓN:
El pueblo egipcio era politeísta (poli = muchos y teísmo = creencias), palabra que significa que creían en muchos dioses. Adoraron los elementos de la naturaleza como el sol, la luna y el río Nilo y a animales como el halcón, gato y buey apis e insectos como el escarabajo. Sus dioses eran representados con aspecto humano, animal o una mezcla de los dos. Los dioses más importantes fueron Amon, Ra, Osiris, Isis, Anubis, Seth y Ptah.
Según los egipcios los seres humanos estamos compuestos de tres partes: Cuerpo, Alma (corazón y fuerza vital) y Ka (nuestro doble) que, al morir la persona, viajaba ante el Tribunal de Osiris para comprobar que no había cometido pecados en la vida (si no lo hizo podía convivir con Osiris o volver a la tumba; si había pecado, entonces su alma era comida por un monstruo). El ka, por ser un doble, necesita del cuerpo para seguir viviendo y es por eso que momificaban a los muertos.
En el Mito de Osiris se cuenta que éste gobernaba al pueblo sabiamente pero su hermano Seth lo asesinó y despedazó. Isis, esposa de Osiris, recogió los pedazos y lloró sobre ellos ocasionando las crecidas del río Nilo. Isis fue ayudada por los dioses Thoth y Anubis para momificar el cuerpo y sepultarlo. Su hijo Horus fue a vengar la muerte de su padre, venció a Seth y gobernó Egipto. Desde entonces la lucha entre Osiris y Seth se repite diariamente ocasionando la existencia de los días y las noches. Osiris (sol) gobierna el mundo de los muertos e Isis (luna) con su luz impide el triunfo de Seth (dios del mal y la oscuridad).
Como los cuerpos de los cadáveres eran tan importantes para la vida eterna fueron conservados dentro de templos construidos para protegerlos por siempre. Realizaron grandiosas construcciones que perduran hasta hoy con gran cantidad de secretos que todavía no podemos revelar. Por ejemplo, las pirámides de Keops, Kefrén y Micerino, consideradas como tumbas por muchos historiadores aunque nunca se encontró dentro de ellas a ningún Faraón muerto, ¿por qué?. Se sabe muy poco de las pirámides, ni siquiera se está completamente seguro cómo fueron construidas ni en qué época. Algunos dicen que fueron construidas unos 2700 años a. de C.; otros piensan que datan de antes del diluvio y fueron levantadas por la civilización de los atlantes, o, incluso, que fueron hechas por los extraterrestres. De lo que sí se está seguro es que en la actualidad no nos sería posible construirlas aunque utilicemos toda la tecnología moderna. Algún día sabremos la verdad.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Etapas de La Evolución del Hombre



Los pre-Australopitecinos
Los primeros posibles
homínidos bípedos (Hominina) son Sahelanthropus tchadiensis (con una antigüedad de 6 ó 7 millones de años), Orrorin tugenensis (unos 6 millones de años) y Ardipithecus (entre 5,5 y 4,5 millones de años). Debido a la escasez de restos fósiles y a lo fragmentario de los mismos, no hay acuerdo general sobre si estos primeros homínidos fueron totalmente bípedos.

Fase Australopithecus
Los primeros hominidos de los que se tiene la seguridad de que fueron completamente bípedos son los miembros del género
Australopithecus, de los que se han conservado esqueletos muy completos (como el de la famosa Lucy).
Este tipo de hominido prosperó en las
sabanas arboladas del este de África entre 4 y 2,5 millones de años atrás con notable éxito ecológico, como lo demuestra la radiación que experimentó, con al menos cinco especies diferentes esparcidas desde Etiopía y el Chad hasta Sudáfrica.
Su desaparición se ha atribuido a la crisis climática que se inició hace unos 2,8 millones de años y que condujo a una desertificación de la sabana con la consiguiente expansión de los ecosistemas abiertos, esteparios. Como resultado de esta presión evolutiva, algunos Austrlopithecus se especializaron en explotar productos vegetales duros y de escaso valor nutritivo, desarrollando un impresionante aparato masticador, originado a
Paranthropus; otros Austrlopithecus se hicieron paulatinamente más carnívoros, originando a los primeros Homo.

Fase habilis
No se sabe con certeza qué especie de Australopithecus originó los primeros miembros del género Homo; se han propuesto a
A. africanus, A. afarensis y A. garhi, pero no hay un acuerdo general. También se ha sugerido que Kenyanthropus platyops pudo ser el antepasado de los primeros Homo[3].
Clásicamente se consideran como perteneciente al género Homo los hominidos capaces de elaborar herramientas de piedra. No obstante, esta visión ha sido puesta en duda en los últimos años; por ejemplo, se ha sugerido que Australopithecus ghari, hace 2,5 millones de años fue capaz de fabricar herramientas
[4]. Las primeras herramientas eran muy simples y se encuadran en la industria lítica conocida como Olduvayense o Modo 1. Las más antiguas proceden de la región de Afar (Etiopía) y su antigüedad se estima en unos 2,6 millones de años[5], pero no existen fósiles de homínidos asociados a ellos (ver El artesano olduvayense).
De esta fase se ha descrito dos especies,
Homo rudolfensis y Homo habilis, que habitaron África Oriental entre 2,5 y 1,8 millones de años atrás, que a veces se reúnen en una sola. El volumen craneal de estas especies oscila 650 y 800 cm³.

Fase erectus
Es sin duda la etapa más confusa y compleja de la evolución humana. El sucesor cronológico de los citados
Homo rudolfensis y Homo habilis es Homo ergaster, cuyos fósiles más antiguos datan de hace aproximadamente 1,8 millones de años, y su volumen craneal oscila entre 850 y 880 cm³.
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Morfológicamente es muy similar a
Homo erectus y en ocasiones se alude a él como Homo erectus africano. Se supone que fue el primero de nuestros antepasados en abandonar África; se han hallado fósiles asimilables a H. ergaster (o tal vez a Homo habilis) en Dmanisi (Georgia), datados en 1.8 millones de años de antigüedad y que se han denominado Homo georgicus que prueban la temprana salida de África de nuestros antepasados remotos[6].
Esta primera migración humana condujo a la diferenciación de dos linajes descendientes de Homo ergaster: Homo erectus en
Extremo Oriente (China, Java) y Homo antecessor/Homo cepranensis en Europa (España, Italia). Por su parte, los miembros de H. ergaster que permanecieron en África inventaron un modo nuevo de tallar la piedra, más elaborado, denominado Achelense o Modo 2 (hace 1,6 ó 1,7 millones de años). Se ha especulado que los clanes poseedores de la nueva tecnología habrían ocupado los entornos más favorables desplazando a los tecnológicamente menos avanzados, que se vieron obligados a emigrar. Ciertamente sorprende el hecho que H. antecessor y H. erectus siguieran utilizando el primitivo Modo 1 (Olduvayense), cientos de miles de años después del descubrimiento del Achelense. Una explicación alternativa es que la migración se produjera antes de la aparición del Achelense.
Parece que el
flujo genético entre las poblaciones africanas, asiáticas y europeas de esta época fue escaso o nulo. Homo erectus pobló Asia Oriental hasta hace solo unos 50.000 años (yacimientos del río Solo en Java) y que pudo diferenciar especies independientes en condiciones de aislamiento (como Homo floresiensis de las Isla de Flores (Indonesia)). Por su parte, en Europa se tiene constancia de la presencia humana desde hace casi 1 millón de años (Homo antecessor), pero se han hallado herramientas de piedra más antiguas no asociadas a restos fósiles en diversos lugares. La posición central de H. antecessor como antepasado común de Homo neanderthalensis y Homo sapiens ha sido descartada por los propios descubridores de los restos (Eudald Carbonell y Juan Luis Arsuaga).
Los últimos representantes de esta fase de nuestra evolución son
Homo heidelbergensis, que supuestamente está en la línea evolutiva de los neandertales y Homo rhodesiensis que sería el antepasado del hombre moderno.
Una visión más conservativa de esta etapa de la evolución humana reduce todas las especies mencionadas a una,
Homo erectus, que es considerada como una especie politípica de amplia dispersión con numerosas subespecies y poblaciones interfértiles genéticamente interconectadas.

Fase sapiens
La fase final de la evolución de nuestra especie está presidida por dos especies humanas, ambas inteligentes, que durante un largo periodo convivieron y compitieron por los mismos recursos. Se trata del Hombre de Neanderthal (
Homo neanderthalensis) y nosotros mismos, Homo sapiens. Son en realidad dos historias paralelas que, en un momento determinado se cruzan.
El Hombre de Neanderthal surgió y evolucionó en
Europa y Oriente Medio hace unos 230.000 años[2], presentando claras adaptaciones al clima frío de la época (complexión baja y fuerte, nariz ancha).
Los fósiles más antiguos de Homo sapiens datan de hace unos 200.000 años (
Etiopía). Hace unos 90.000 años llegó al Próximo Oriente donde se encontró con el Hombre de Neanderthal que huía hacia el sur de la glaciación que se abatía sobre Europa. Homo sapiens siguió su expansión y hace unos 45.000 llegó a Europa Occidental (Francia); paralelamente, el Hombre de Neanderthal se fue retirando, empujado por H. sapiens, a la periferia de su área de distribución (Portugal, Gibraltar, mesetas altas de Croacia), donde desapareció hace unos 28.000 años.
Aunque H. neanderthalensis ha sido considerados con frecuencia como subespecie de Homo sapiens (H. sapiens neanderthalensis), análisis del
ADN mitocondrial (ADNm) de fósiles de H. neanderthalensis sugieren que la diferencia existente es suficiente para considerarlos como dos especies diferentes, separadas desde hace al menos 400.000 años y probablemente más (ver el apartado clasificación en Homo neanderthalensis).
Se tiene la casi plena certeza de que el
Hombre de Neandertal no es ancestro del ser humano actual, sino una especie de línea evolutiva paralela derivada también del Homo erectus/Homo ergaster a través del eslabón conocido como Homo heidelbergensis. El neandertal coexistió con el Homo sapiens y quizá terminó extinguido por la competencia con nuestra especie. Si existió algún mestizaje entre ambas especies, el aporte a la especie humana actual ha sido, en lo genético, inferior al 5% (un arqueólogo y paleoantropólogo que defendía la hipótesis de una fuerte mixogénesis de las dos especies ha sido descubierto como falsificador de "pruebas"; en efecto, existe actualmente casi total escepticismo de que ambas especies hayan sido interfértiles). En cuanto al llamado Hombre de Cro-Magnon corresponde a las poblaciones de Europa Occidental de la actual especie Homo sapiens.

Ciencias Auxiliares de la Historia

Son aquellos campos de estudio que ofrecen fuentes documentales al historiador.
Mediante las distintas disciplinas auxiliares, el historiador analiza los diversos materiales, documentos y reliquias en general, originales de un determinado momento histórico, que se conservan en la actualidad y permiten al estudioso extraer, ordenar y analizar nueva información.Algunas de estas disciplinas constituyen aplicaciones especializadas de
ciencias autónomas por sí mismas, como la filología, la química, la botánica o la zoología; otras, en cambio, nacen en función de las características de los materiales que el historiador puede analizar.
Aun siendo en la actualidad una ciencia autónoma, como las citadas anteriormente, la
arqueología nació entre las disciplinas auxiliares de la Historia en el sentido de subordinadas a ésta, junto con las que se listan a continuación.
Pueden considerarse como disciplinas auxiliares de la Historia:
Arqueología
Cartografía
Cronología
Derecho
Diplomática
Epigrafía
Etimología, particularmente la toponimia
Folklore
Genealogía
Heráldica
Lingüística histórica
Numismática
Paleografía
Sigilografía
Sociologia
Vexilología

Historia Como Ciencia

¿Qué ha hecho el hombre desde que apareció en la Tierra? Pues nada más, pero tampoco nada menos, que, a través del trabajo, encarar la solución de problemas básicos de alimentación, vivienda, vestido, entretenimiento y seguridad ante agentes de la naturaleza; y a ellos, con el tiempo, se agregó la necesidad de encarar problemas de organización, trasmisión de conocimientos y desarrollo espiritual. Esta es sin duda la primera constante histórica.

Con la aparición de la agricultura los pueblos adquirieron la experiencia de que debían encarar el uso de los excedentes, porque éstos podían ser dispuestos ya fuera como gasto, incrementándose así el consumo inmediato; o como inversión, para asegurar el consumo futuro. Y luego, muy pronto, constataron que la proclividad al gasto, o, en su defecto, la proclividad a la inversión, afectaban sensiblemente, para mal o para bien, respectivamente, la solución de los problemas básicos. He ahí una segunda constante histórica.

Pero, muy pronto, los pueblos constataron que, internamente, habían dejado de ser grupos perfectamente homogéneos: unos individuos satisfacían más y mejor sus necesidades y normalmente ello coincidía con quienes más poder detentaban. Había aparecido pues la necesidad de encarar las relaciones internas, las mismas que, ya fuera de complementariedad o de conflicto, influían decisivamente tanto en la solución de los problemas básicos como en la forma como se encaraba el uso de los excedentes. He ahí pues una tercera constante histórica.

Algo más tarde, aunque en tiempo ya remoto, también constataron los pueblos que, estando en las proximidades, debían también encarar las relaciones con otros pueblos, las que a su turno, ya fueran de complementariedad o de conflicto, no sólo influían decisivamente en la solución de los problemas básicos, y en la manera de encarar el uso de los excedentes, sino además en las relaciones internas. He ahí entonces una cuarta constante histórica.

Por último, entrado el hombre ya a la fase de civilización, constató que si bien la naturaleza, el manejo de los excedentes, las características de las relaciones internas y las relaciones con otros pueblos los afectaban en grado sumo, en circunstancias muy particulares un determinado pueblo los afectaba en todo. A partir de allí debió entonces encarar las relaciones de dominación y hegemonía. Ésta debe señalarse pues como una quinta constante histórica.

La Historia, pues, es –debe– ser el estudio científico de cómo los pueblos, a través del tiempo, han encarado:

a) La satisfacción de sus necesidades básicas, creando cada uno su propia cultura, a partir de las especificidades del territorio en el que estuvo asentado;
b) El uso de los excedentes socialmente generados, distinguiéndose claramente qué fue gasto y qué fue inversión, y en qué proporciones de dio cada uno;
c) Las relaciones internas, y los intereses que representaba y defendía cada grupo y cómo lo hizo;
d) Las relaciones externas, de complementariedad cultural y comercial; y de conflicto y sus motivaciones;
e) Las relaciones de dominación y hegemonía, destacando las causas y los intereses que las desataban; y las consecuencias en cada uno de los protagonistas.

Mas, como ocurre con otras ciencias, en la Historia hay también lugar a la definición de axiomas básicos, afirmaciones válidas en sí mismas, o que, con el auxilio de otras ciencias, como la sicología por ejemplo, puede considerarse como tales.